miércoles, 9 de noviembre de 2011

Este es un cuento creado por uno de los integrantes del grupo, inspirado por lo que ha vivido en sus prácticas: ¡La Magia es ser quien eres! Y el cofre estaba ante mis ojos, la curiosidad brotaba de mi cuerpo, entonces le pregunte a la bruja: ¿Qué es esto? Ella sin decirme nada me miró y sonrió, vuelvo a preguntar: ¿Qué hay allí dentro? Y nuevamente un silencio se hizo carne en ella. No hubo palabras pero si gestos, tomó el cofre y lo posó en mis manos. En ese momento una rara sensación se apoderaba de mi, estaba sujetando algo que me daba mucha intriga pero al mismo tiempo no me animaba a abrir, presentía que si lo hacía todo cambiaria. La bruja tomó mi mano y nos dirigimos hacia la ventana, corrió la cortina y me dijo: ¿vez toda esa gente? Bueno… ellos también desean este cofre pero fuiste tú el afortunado. En ese momento me sentí conmovido y le respondí: ¿afortunado por qué? ¿Por tomar un cofre entre mis manos? No respondió ella, eres afortunado porque si lo abres ya nada será igual, tienes la virtud de ser dueño de tu destino, y todos ellos aún están en su búsqueda, y si lo abres podrás ayudarlos! ¡Qué loca está la bruja! Solo quiere hechizarme… ¿Qué puede haber aquí dentro que cambiará mi vida? Ella vuelve y susurra en mis oídos: Nunca dejes de creer! Y sí, esas fueron sus palabras mágicas, porque en ese instante abrí el cofre y en el encontré un cúmulo de sueños y esperanzas que me brindaban la clave para cambiar un poquito de lo que me rodeaba. Abriendo ese cofre encontré el tesoro más preciado, esa pasión que encarna mi alma y me hace seguir. Entonces Salí a afuera, todos los que allí estaban comenzaron a correr y yo los seguí, corrimos y corrimos, a veces sin un rumbo fijo pero en ese momento fuimos muy felices, nos sentíamos libres y sin miedos, yo era portavoz de un mensaje que debía darles. Necesitaba gritar ante el mundo que por mas penas que esta vida tenga, los momentitos felices que me brindaba eran únicos, que debía no aferrarme a la angustia sino luchar por acabarla, mis ojos no deben perder sur brillo porque soy un mensajero, en ese cofre pareciera que encontré la solución. Es lindo por un momento sentir que la solución está dentro de un cajón, pero no es así. El único que guarda la clave para vivir su vida es uno mismo, uno conoce sus fortalezas y debilidades, tiene sueños y metas. El camino no está escrito, uno lo construye día a día, pasito a pasito; si no le gusta su marcha puede detenerse y pensar por donde seguir, cambiar su rumbo, buscar su felicidad. Nada es fácil todos somos caminantes, y como tales nos agotamos y queremos parar! Pero no, ese es el error, ante cada caída debemos seguir y demostrarnos que somos los únicos que podemos cambiar nuestra vida. Es por ello que decidí tomar mi cofre y arrojarlo al mar, ya no lo necesitaba, por que el mejor mensaje latía en mi corazón y él me decía que la sonrisa debe ser mi única compañera. Es por eso que salí detrás de toda esa gente que no dejaba de correr, parecía que se escapaba de algo, pero la bruja me dijo que yo podía ayudarlos, y ayudar es el mayor don del ser humano. Con esto pude aprender que nada es tan terrible, cada uno de nosotros tiene una misión en este mundo, somos mensajeros de lo que el corazón siente; su latido es tan profundo que a veces actuamos impulsivamente, pero en la medida en que lo controlemos no está mal serlo, porque significa que estamos sintiendo, que estamos siendo, que queremos volar. No necesitamos de un cofre, de una bruja, nuestra verdadera brújula somos nosotros mismos, nuestros sueños, nuestras ganas de crear. Mi único mapa es el que me conduce a la felicidad, y la verdadera magia solo está en mi corazón.

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